«La prohibición de los patinetes en París corre el riesgo de contagio a otras ciudades que considerarán que la regulación es imposible»

LLa lucha por una ciudad descontaminada, accesible y ordenada es una batalla que los Verdes siempre han librado. La irrupción de nuevas formas de movilidad a mediados de la década de 2010, bajo el impulso de una digitalización cada vez más avanzada e innovadora, supuso tanto un punto de inflexión como una oportunidad para lograr la emancipación de la ciudad del coche individual que contamina y satura de forma exorbitante el espacio publico.

Esta explosión de movilidad no sucedió sin un choque. VTC, scooters, bicicletas, carpooling… Nuestra sociedad se ha visto sometida a inmensos retos en materia de ocupación del espacio público, pero también en materia de derecho laboral o respeto medioambiental. Sorprendidas por el éxito abrumador y abrumador de estas nuevas formas de movilidad, algunas ciudades no tuvieron más remedio que prohibir lo que legalmente no podían controlar.

Es la ley de orientación a la movilidad la que ha otorgado a las autoridades locales importantes prerrogativas regulatorias. Las ciudades ahora pueden someter a los operadores de movilidad a reglas a través de licitaciones. Rellenan la velocidad máxima, las zonas de aparcamiento o el número de vehículos que equipan las flotas, o incluso las zonas de baja velocidad.

París, uno de los laboratorios de movilidad más destacados del mundo

Finalmente, es posible crear plataformas multimodales gracias al intercambio de datos para perfeccionar una experiencia de movilidad óptima, de manera de lograr la transición de los usuarios del automóvil a la movilidad blanda y compartida. Porque se ha hecho evidente que el transporte público o la movilidad activa nunca serán suficientes para resolver todos los problemas de movilidad.

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Por tanto, es imperativo promover un ecosistema que combine la diversidad de soluciones e infraestructuras de movilidad (carriles exclusivos, aparcamientos vigilados, estaciones de recarga, sitios intermodales, etc.). En este sentido, París se ha convertido rápidamente en uno de los laboratorios de movilidad más destacados del mundo. Lo que sucede en la capital francesa es escrutado por todas las ciudades que desean lograr a su vez su destete del “autosolismo”. Paris no tiene derecho a error o aproximación.

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Los scooters eléctricos de autoservicio son parte de este rompecabezas. Populares, sobre todo entre los jóvenes, y accesibles, sirven los últimos kilómetros. Obviamente, hay mucho que decir sobre el comportamiento de los usuarios de scooters, pero depende de la ciudad imponer una regulación estricta y apoyar las buenas prácticas.

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