Cuando la CUP decide si aprueba los presupuestos de Colau

Hubo en tiempo en el que la CUP tenía en su mano decidir si prosperaban o no los presupuestos de la ciudad de Barcelona. Un período en el que los anticapitalistas fueron decisivos para que Ada Colau pudiera aprobar iniciativas. No es que tuvieran la sartén entera por el mango, pero sí una parte. Fue en el primer mandato de Colau como alcaldesa, de 2015 a 2019, Durante el que, de hecho, no aprobar aprobar ni una sola vez las cuentas por votación.

El CUP si permitió que sacara adelante modificaciones implícitas puntuales. Pero no dudaba en obligar a retrasar una elección si preferiría que no tenía sentido pactar. La sartén por el mango, como mínimo en parte.

ambiente apagado

Es una situación muy distinta la que vivirá el candidato anticapitalista, encabezada por la diputada en el Parlamento Basha Changue, brevemente conocido. El ambiente no es especialmente de victoria, y la atención mediática que recibe la cabeza de lista, escasa, en gran parte porque si no estás en el ayuntamiento no logras mucho seguimiento. En cuanto igual al final los resultados podrían convertir el funeral en una fiesta. Eso de entrar, la CUP podría ser aritméticamente decisiva para pactos durante el mandato. Pero por ahora la sensación que impera no es la de que eso vaya a suceder.

Sostienen integrantes de la CUP que si ahora se celebrasen las elecciones municipales su lista lograría más del 5% de los votos, el porcentaje mínimo necesario para conseguir representación en el Ayuntamiento de Barcelona. Pero ese optimismo moderado, muy moderado, convive con el hecho de que los ojos ‘cuperos’ están más puestos en los resultados que tienen en otras plazas, como Girona o Tarragona.

Ocho años atrás

Qué ambiente tan distinto al de hace ocho años, cuando los anticapitalistas hicieron sudar al gobierno de Barcelona en Comú para llegar a algunos acuerdos. Sin renunciar a más activismo visual: caló mucho la imagen del concejal Josep Gargante Tirando tickets falsos de 500 euros en medio de un pleno municipal para rechazar un debate sobre los Juegos Olímpicos de Invierno que por ahora Barcelona no celebrará. Pero también abordó debates serios. Una posición combinada de protesta y reafirmación de la voz de pueblo.

En esta última faceta, la CUP ejercía otra función notable que incomodaba visiblemente a Barcelona en Comú ya la por aquel recien elegido como primera alcaldesa de la historia de la ciudad: los tres ediles eran su voz de la conciencia, su Pepito Grillo. Si Colau se recortaba el sueldo a 2000 y pico euros, ellos lo hacian a 1.600. Si Colau defendió la participación ciudadana, ellos lo hacian mucho más. Si ella era antisistema, ellos eran los dinamiteros del sistema.

El candidato que no fue

No sorprende que los dos partidos no llegaran a un acuerdo para presentarse juntos cuando se vendieron para debatirlo antes de las elecciones de 2015 presentaban juntos. Fueron por separado y la CUP formó en esas elecciones 51,945 votos, el 7.42% de los sufragios, que le dieron tres concejales. María José Lecha. Maria Rovira y Josep Garganté fueron los elegidos para iniciar una aventura municipal en la capital catalana que no tuvo una segunda parte.

En 2019, con Anna Saliente como cabeza de lista, emitimos 29.318 votos, y un 3,9%. No está lloviendo. Dicen miembros de la organización que dos motivos llevaron a ello. Uno, que el efecto ‘procés’ se había diluido y qu’eso fue decisivo: «La CUP no es un partido. Es un movimiento revolucionario. Como más movimiento en la calle, mejor le va», dice uno de sus integrantes.

La segunda razón: Jordi Graupera. Pero dejemos para el final al filósofo, tertuliano y tuitero, el que fuera hace cuatro años alcaldable de Barcelona és Capital-Primariasque tantos sueños destruyó como candidato a alcalde de la ciudad, sin lograr el suyo propio.

Contra la esclavitud

Changue, dicen, es una pésima mitinera pero una solida activista. Lo que es bueno para el largo plazo y malo para una campaña electoral. Durante la precampaña, fue fundamentalmente significativa por haberse denunciado que no se consideraba imprescindible ninguna reparación a las víctimas del tráfico de esclavos de los catalanes, que supuso tanta penuria para los primeros como negocio para los segundos.

Entonces, la charca que es a menudo Twitter la llenó de insultos, cuando no hay amenazas. Por ahora, ese frente es el único que ha llevado a Change tener una cierta atención mediática.

Graupera, Valls y Colau

Dicen que Valents, Ciutadans y Vox podrían verse perjudicados por la fragmentación del voto constitucionalista. Esa competencia puede lastar a los tres grupos, y también al PP, pero con menos riesgo de dejarle fuera del consistorio.

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De tener éxito, si la final todos caen por su propia competencia, el efecto sería algo similar al de Graupera en 2019 entre las candidaturas separatistas. Entonces, el filósofo obtuvo 28.253 votos, un 3,7%. Se quedó fuera del ayuntamiento por no llegar al 5%, y resultó decisivo para que la CUP tampoco entrara. Para completar la jugada, los votos que le arrebató a ERC fueron clave, según lamentan los republicanos cuando se les saca el tema, para que Ernest Maragall no fuera alcalde.

Un balance, el de hace cuatro años, que supone una paradoja difícil de superar: los candidatureos del independentismo y el constitucionalismo que se presentó para que Colau no siguiera al frente de la ciudad, leasis Graupera y Manuel Valls, cabaron consiguiendo que repitiera.

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