Cárceles en Colombia: por qué algunos presos tienen privilegios | Finanzas | Economía

En algunas cárceles de Colombia, es sabido que personas privadas de la libertad pueden obtener algunos beneficios. Por ejemplo, elegir a qué centro penitenciario ir, pagar por un trato diferente, tener alcance a algunas comodidades en sus celdas o, incluso, de forma ilegal, acceder a celulares y otros equipos tecnológicos.

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De acuerdo con Fernando Tamayo Arboleda, profesor de la Facultad de Derecho y director del Grupo de Prisiones del Consultorio Jurídico de la Universidad de los Andes, esto se debe a tres factores.

El primero es la corrupción presente en diferentes instituciones del Estado. «Según el índice de percepción de la corrupción, Colombia está encuestada en el puesto 87 entre 180 países evaluados en percepción de corrupción. Esto implica un reconocimiento amplio por parte de los colombianos de la crisis institucional de varias organizaciones estatales«, de Tamayo.

En este sentido, la corrupción llega a jueces o funcionarios encargados de tomar decisiones sobre lugares de reclusión y personas con capital politico, economico o social pueden llegar a tener influencia en ellas.

Cárceles en Colombia

Juan Pablo Rueda. EL TIEMPO

Lo segundo es un asunto de seguridad y gobierno penitenciario. Es decir, las cárceles replican las condiciones de vida de la sociedad. Sus desigualdades y pobreza multidimensional que conlleva una estratificación social.

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«Esta reproducción del video en el exterior se facilita, por ejemplo, en los medios que para los funcionarios de la guardia penitenciaria — que son usualmente muy pocos, para supervisar una enorme cantidad de personas — resulta más sencillo vigilar poblaciones con cierto grado de homogeneidad , por lo que suelen separar a las personas por tipo de delito, clase social, grado de escolaridad, entre otras cuestiones«, puntualiza el experto.

Lo tercero es que las precarias condiciones en las cárceles hacen más fácil que el poder político, económico o social se pueda poner en beneficio de los internos. “En la medida en que el Estado no logra satisfacer las necesidades de la población privada de libertad, se creó un mercado al interior de las cárceles para suplir las caídas institucionales”, dice Tamayo.

De acuerdo con ello, hay reclusos que no solo tienen mayores beneficios, sino que se lucran de la necesidad de otros internos de suplir sus necesidades, según el experto.

Ahora bien, Tamayo también reconoce que nuestro problema es de fácil solución o que es cuestión de reforzar la ley. para el es necesaria una reforma profunda del sistema penitenciario.

«Por supuesto, la corrupción es un asunto que debe ser esperado. Sin embargo, no se trata sólo de un problema de funcionarios corruptos. El asunto cobija severos problemas institucionales, como la fuga de guardia personal, la pérdida de espacios penitenciarios, y la inadecuación de la vida en la prisión a una condición mínima de dignidad humana«, asegura el experto.

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Cárcel La Picota

Cárcel La Picota

Mauricio Moreno. EL TIEMPO

La pregunta, entonces, recaería en por qué los privilegios no se democratizan para todos los privados de la libertad. Tamayo explicó que no siempre los privilegios en prisión son para ingresos de licos o realización de fiestas. La realidad que se centra en elegir un lugar de reclusión para estar en «more cárceles», más cerca de su familia, acceso a programas de trabajo o educación, oa condiciones de vida aceptables (como agua potable, duchas, camas o alimentación adecuada) .

«La cuestión no debería ser cómo acabar con los privilegios, sino como extenderlos a toda la población privada de la libertad. En últimas, el asunto es que, muchas veces, cuando hablamos de privilegios estamos en realidad hablando de derechos. El problema, entonces, no es que exista, sino que, al no estar garantizado para todos, se vuelven objeto de comercio“, afirma Tamayo.

Los vacíos en la regulación del sistema penitenciario

Uno de las mejoras claves es reorganizar los mecanismos alternativos a la toma para evitar que las personas que cometen delitos de poca gravedad acaben en los centros de reclusión.

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Lo segundo, según Tamayo, es reformar los mecanismos de reintegración al interior y el exterior de la prisión. «Esto implica el fortalecimiento de los programas de estudio y trabajo al interior de las prisiones, así como de las posibilidades de que las personas salgan, de manera temprana y condicionada, de la cárcel«, puntualmente.

Junto a ello, buscar instituciones que apoyen la reinserción social de los presos. Para el experto el éxito de una reforma al sistema penitenciario resultó de una fuerte inversión presupuestal.

«La regulación debe, en cualquier caso, ir acompañada no sólo de los mecanismos para reforzar su aplicación, sino de mecanismos de transformación social tanto al interior como el exterior de las prisiones. Sin esto, por más que existen normas, no podrá transformarse ni la realidad penitenciaria, ni la realidad del país», asegura.

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