Mujeres: descifrando a las mujeres migrantes  Red de expertos  Planeta del futuro

Mujeres: descifrando a las mujeres migrantes Red de expertos Planeta del futuro

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Las mujeres migrantes suelen ser víctimas de una triple discriminación porque son mujeres migrantes y, en su mayor parte, pobres. Por tanto, debe ser una prioridad generar oportunidades económicas para ellas y combatir la violencia de género a la que están expuestas, especialmente en América Latina y el Caribe.

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A fines de la década de 1970, muchas mujeres emigraron como compañeras de sus parejas para cuidar del hogar. En la década de 1980, sin embargo, hubo una disminución en la demanda de personal masculino para trabajar en la industria. El envejecimiento de la población en el norte, a su vez, ha aumentado la necesidad de mano de obra femenina barata, principalmente para las tareas domésticas, los servicios y el cuidado. Así, a principios de este siglo, la migración de mujeres peruanas, ecuatorianas, bolivianas y colombianas a España aumentó en un 60%.

Las mujeres que migran se enfrentan a una discriminación particular y a problemas específicos. Es menos probable que lo hagan legalmente (evitar la violencia sexual no siempre es un motivo de protección) y enfrentan violencia adicional (como explotación, género o trata), así como una falta de atención a la salud sexual y reproductiva. También enfrentan mayores dificultades para reunir a sus familias, introducirlas en los mercados laborales en sus países de destino y otros tipos adicionales de marginación solo por su condición de mujeres migrantes.

Ante la migración repentina y masiva que se está produciendo en América Latina y el Caribe, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) decidió estudiar cómo el género afecta la motivación, los caminos elegidos y la posibilidad de integración en el destino. A partir de este análisis, se proponen una serie de recomendaciones para abordar las necesidades y desafíos específicos de las mujeres que salen al exterior, que ya son más que hombres en la región.

Algunas de estas recomendaciones se basan en ejemplos de lo que muchos países ya están haciendo (con éxito). Por ejemplo, para prevenir y responder a la violencia sexual y de género contra mujeres refugiadas y solicitantes de asilo en Bolivia, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en conjunto con la Pastoral Movilidad Humana (PMH), ha Procedimientos desarrollados. El ACNUR supervisa periódicamente sus actitudes hacia ellos y fomenta la implementación de procesos adecuados (entrevistas individuales, disponibilidad de traductores, etc.). Y en Colombia el programa Hola femenino cuenta con unidades móviles de registro y atención sanitaria, psicológica y legal para mujeres y niñas de Venezuela.

Queda mucho por hacer en el ámbito del trabajo de la mujer, pero ya se están realizando los primeros esfuerzos efectivos. En varios países de la Unión Europea, el proyecto Sirius busca la integración efectiva de mujeres y jóvenes a través del empleo. Mientras tanto, también hay esfuerzos en América Latina y el Caribe que vale la pena destacar. Por ejemplo, el programa Juventud, empleo y migración conjunta de Costa Rica para brindar acceso a oportunidades laborales a personas en situación de vulnerabilidad, especialmente mujeres y migrantes.

Las mujeres migrantes, miembros clave de nuestras sociedades, son una parte esencial de la recuperación económica después de la pandemia

Por otro lado, es necesario establecer medidas para reconocer y fortalecer las habilidades de los migrantes y así permitirles ingresar con mayor facilidad al mercado laboral. Acelerar la convalidación de títulos académicos en el país de origen es una medida sencilla, pero de gran impacto. Además de trabajar en programas de capacitación en habilidades digitales, que están generando aún más demanda en el contexto de la pandemia del covid-19.

En el caso de las mujeres que migran para reencontrarse con sus parejas, la dificultad para obtener un permiso de trabajo las limita al cuidado familiar o la economía informal. Para evitarlo, países como Alemania permiten que todos los extranjeros con permiso de residencia encuentren trabajo como miembros de la familia.

En las excepcionales circunstancias que hemos vivido durante el último año, hemos visto un aumento de la carga de trabajo no remunerado en el ámbito doméstico y en el cuidado de la familia: las mujeres ocupan las tres cuartas partes de las horas que requieren estas tareas en la región. Los migrantes, miembros clave de nuestras sociedades, son una parte esencial de la recuperación económica después de la pandemia. Por ello, el BID continuará brindando evidencia, financiamiento y asistencia técnica para que las sociedades de la región puedan desarrollar soluciones innovadoras que no solo reduzcan los riesgos de ser mujeres y migrar, sino sobre todo mejoren sus capacidades.

María Caridad Araujo Es jefa de la División de Género y Diversidad del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Felipe Muñoz Es el jefe del departamento de migración del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

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