Muere Georges Kiejman, abogado y exministro
En los últimos meses, cuando se le pedía que comentara sobre su salud, Georges Kiejman respondía invariablemente: “Como un hombre a punto de morir. » Ciertamente había en esta aseveración brutal un poco de histrionismo, una invitación al consuelo, pero lo que no era fingido era la muerte, que sí había ocupado su lugar en el centro de sus preocupaciones. Desde 2019, aquejado de problemas cardíacos, ya no acude a su bufete de abogados del Boulevard Saint-Germain, al que «pretendía seguir el negocio de lejos»él dijo.
«Estoy esperando el salto final, agregó en una entrevista con Mundo en diciembre de 2020. Acelerando una serenidad, pero no experimentándola en absoluto, aunque tuviera una vida magnífica. » Una vida abundante, rica, extraordinaria, proteica, que comenzó en la desgracia y la miseria extrema y terminó la mañana del 9 de mayo, según anunció su familia. Una vida que unió las desgracias de un siglo y las de otro, desde los albores de la Segunda Guerra Mundial hasta la pandemia, luego la guerra de Ucrania y las tensiones sociales de principios de la década de 2020 que este aficionado a las noticias siguió muy de cerca.
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Huye de la pobreza y los pogromos
Georges Kiejman nació el 12 de agosto de 1932 en París de padres judíos polacos que hicieron posible llegar a Francia con sus dos hijas mayores, para huir de la pobreza y los pogromos. Muy pronto, la pareja se separa y el más joven se encuentra cara a cara con su madre analfabeta a quien describirá como «incapaces de instinto maternal », de ternura y cariño, en una mísera y diminuta habitación del barrio parisino de Belleville. Sueña en ese momento con una sola cosa, fugarse con su padre, quizás mejor, pero que luce bien y multiplica las conquistas. «Durante mucho tiempo soñé con escribir un libro que comenzara con esta frase: «Cuando tenía 5 años, mi padre y yo decidimos dejar a mi madre.” »recuerda, melancólico.
Cuando estalló la guerra en septiembre de 1939, su padre se alistó en el ejército francés, lo que provocó que el resto de la familia fuera expulsado por un tren de refugiados en Berry. Entonces comienza lo que Georges Kiejman llamó su «la vida del pequeño Berrichon». Proveniente de una familia no practicante -apenas sabe que es judío-, se encuentra por un tiempo en una institución católica, aprende el catecismo y se convierte en monaguillo. Se queda en esta región hasta la clase de 2de luego encontrará a su madre en París en 1946 a donde regresó dos años antes que él. Mientras tanto, supo que su padre, arrestado como su hermana cerca de Toulouse, donde se había instalado después de su desmovilización, fue deportado y luego gaseado tan pronto como llegó a Auschwitz en 1943.
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