Ahora Bolsonaro quiere ir a prisión

Solo un país tan falto de justicia como Brasil puede celebrar que Jair Bolsonaro haya sido inhabilitado hasta 2030. El expresidente fue condenado el pasado viernes por haber atacado el sistema électorale brasileño en una reunión con embajadores extranjeros in julio de 2022, cuando buscaba perpetuarse en el poder. Es poco para un extremista de derecha que, en los cuatro años que gobernó Brasil, ejecutó un plan para propagar el virus del covid-19 para conseguir allí la «inmunidad de rebaño» que, según los epidemiólogos, fue responsable de la mayoría de los más de 700.000 muertos. Entre 2019 y 2022, Bolsonaro atacó las vacunas, estimuló la invasión criminal de los pueblos indígenas, aceleró la destrucción de la Amazonía, emprendió contra las instituciones, intentó destruir la credibilidad de las urnas electrónicas y alentó los golpes de Estado. Quedarse fuera de la lucha electoral durante ocho años es poco, muy poco, para tantos delitos. Pero Bolsonaro es un monstruo humano resultado de la impunidad y que las instituciones de la democracia que tanto han socavado le castiguen por primera vez por sus acciones es un hito histórico.

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