«La caída más espectacular en ocho años»
Dy sequía a inundación. Desde hace algún tiempo se pronostica una grave recesión en el mercado de los chips electrónicos. Ladrillo material básico de la sociedad digital, estos diminutos componentes, puestos en el punto de mira político por la escasez que afectó a la industria automotriz en 2020 y 2021, han sido elegidos enfáticamente elemento estratégico de soberanía nacional en todo el mundo. Un pequeño regreso a la realidad.
El viernes 6 de enero, el líder mundial del sector, la surcoreana Samsung Electronics, advirtió que sus beneficios se habían desplomado en el último trimestre de 2022. El beneficio operativo fue de 3.200 millones de euros, una caída del 70% frente a los 10.400 millones de 2021, al el mismo período. Este descenso, el más espectacular en ocho años, se explica por factores económicos clásicos, en particular por la caída de las ventas de sus clientes, fabricantes de smartphones, televisores, ordenadores, de los que Samsung también es un actor importante.
La economía mundial, plagada de inflación, se desacelera en todas partes, y el precio de los chips de memoria, una gran especialidad de Corea del Sur, se ha desplomado, según Bloomberg, en casi un 28% en los últimos tres meses de 2022. Ya, el flash segmento de memoria perdería en el último trimestre de 2022.
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Un juego muy peligroso
Por supuesto, Samsung sigue registrando ganancias cómodas y, al igual que su competidor taiwanés TSMC, el principal proveedor de microprocesadores del mundo, está acostumbrado a los ciclos. En esta profesión altamente intensiva en capital, donde las fábricas modernas cuestan cada una entre 10 y 20 mil millones de dólares (entre 9,5 y 19 mil millones de euros), solo sobreviven los más fuertes. Esta es la razón por la que ambos decidieron seguir invirtiendo a pesar del retorno de las ventas, mientras que Intel, Hynix o Micron, sus principales competidores, emitieron el ala. Samsung ahora invierte $15 mil millones por trimestre, tres veces más que Intel.
Un juego muy peligroso que equivale a decir que Samsung, pero también TSMC, están dispuestos a pagar una pérdida para consolidar su liderazgo tecnológico en el momento del reinicio. Y si tienen que tomar decisiones, reducirán la inversión internacional. Esto plantea dudas sobre las posibilidades de Estados Unidos y Europa de acabar con el dominio asiático de la industria electrónica mundial a corto plazo.