A buitre quiere devorar a Mari y Antonio

06/02/2023 a las 19:39

HEC


Vamos conociendo casos, cada semana, ejemplos, situaciones concretas, desde hace tiempo, de la voracidad de los fondos buitre contra humildes inquilinos indefensos. Es importante que la visibilidad televisiva tenga ciudadanos ciudadanos totalmente desprotegidos.

Hace una semana, el reportero gonzo (‘Salvados’, La Sexta) estuvo en el piso de Elisenda, en Casa Orsola, en pleno Eixample barcelonés. Lleva 32 años pagando el alquiler religioso. Ahora el inmueble es propiedad de un fondo de inversión español (Lioness Inversiones) y la van a echar. “No quieren inquilinos como nosotros, no les interesa. Quieren inquilinos de corta duración y que el alquiler vaya subendo”, contaba Elisenda. El trauma mental, anímico, psicológico, que está afectado es aterrador. Cada mañana levanta con el miedo, la zozobra, de no saber si va a llegar a la noche. En cualquier momento del día pueden ponerla en la calle y quedar a la intemperie, sin techo. Vi este caso sentado cómodamente en casa, y me removí indignado en el sillón. Y me dí cuenta de que es importante indignarse. Que la tele nos recuerde que nuestro tenemos que indignar. Porque ya hemos olvidado aquel ‘Be indignant’ que escribía, decía, gritaba, Stephane Hessel.

Esta semana me volvió indignado con un caso que nos enseñó ‘La Sexta Explica’. Tratar con Antoine, jubilado de 85 años de edad, y su esposa Mari de 82. Hace 23 años podrá acceder a un piso de un mueble de protección oficial. En Alcorcón. Tome una pensión modesta y pague una cuota de 200 euros. Tiempo después la Comunidad de Madrid vendió el inmueble al fondo Blackstone. ¿Cómo se puede vender una propiedad protegida a un fondo privado? Consecuencia: el alquiler ha pasado a 650 euros, y amenazan con subidas del 60%. vimos un Antoine en su pisito, con Marie, café tomando. Decía: “Es una lucha contra un gigante. Nuestra furgoneta ha desalojar. Ni siquiera actuarán como los buitres. El buitre plane en lo alto, en el cielo, y antes de lanzarse espera que la presa cambie. En nuestro caso no tienen paciencia. Con 82 y 85 años que tenemos, ¡por Dios!, con solo que esperasen un poco…».

Antonio será octogenario, pero su irónica, tremenda y acertadísima parábola del buitre demuestra que tiene las neuronas perfectas. No se si mientras escribe estas líneas el buitre ya se habrá lanzado sobre ellos. La indignación es necesaria, pero no suficiente.

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